Historia y Monumentos

De origen probablemente ibero romano, aunque destruído durante la Edad Media, Aldea del Fresno esconde algunos tesoros con sabor propio

En 1833, Aldea del Fresno pasa a formar parte de la provincia de Madrid. Las fuentes históricas datan su fundación con anterioridad al siglo XII, siendo los pastores los primeros pobladores. Son varios los historiadores que consideran a Aldea del Fresno de origen árabe, fundada con anterioridad al siglo XII, que destruida y reconquistada por ejércitos cristianos de la ciudad de Segovia quedó bajo su dependencia incorporada al sexmo de Casarrubios.

En su término existieron núcleos de población, hoy despoblados como la villa de Tozara, ubicada en la actual dehesa de El Rincón, vendida por Alfonso VIII a la ciudad de Segovia el año 1208.

Ya en el siglo XIV aparecen en el Libro de la Montería, atribuido a Alfonso XI, aún hoy bien conocidos en la comarca, refiriéndose a los lugares más idóneos del suroeste madrileño para la caza de osos y jabalíes como la actual finca de El Santo, así llamada por encontrarse aquí la ermita dedicada a San Saturnino. Esta propiedad que perteneció al Monasterio de Guadalupe fue adquirida por el rey Felipe II para donarla al Monasterio de El Escorial al que proporcionó vino, aceite y fruta.

 

En 1627, Aldea del Fresno, fue adquirida en señorío por doña Catalina de Mendoza. El municipio quiso adquirir las propiedades pero no pudo hacer frente a los gastos. La siguiente propietaria de la villa fue la Marquesa de la Fresneda, Vizcondesa y Señora del Fresno.  En 1833 Aldea del Fresno pasa a formar parte de la provincia de Madrid adscrita al nuevo partido de Navalcarnero. Un siglo después, en 1891, comenzó a funcionar el ferrocarril. La línea férrea se mantuvo hasta principios de los años 70. Abandonada desde entonces, ahora se intenta recuperar como Vía Verde.

Noria árabe

Uno de los restos más antiguos a los que puede referirse es, tal vez, la noria, que algunos autores identifican como de fecha anterior al siglo XII y cuyas ruinas se levantan al pie de la Iglesia, junto a la orilla del río Perales. La construcción, ahora catalogada con un nivel de protección de Grado 2.

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No se han encontrado en Aldea del Fresno restos arqueológicos que permitan determinar asentamientos, en el término, anteriores al siglo XII. Tampoco se ha podido demostrar su fundación árabe afirmada por Marín Pérez: «no están conformes los cronistas acerca del origen de la aldea, pero de acuerdo con tradición y restos antiguos hallados en las excavaciones, lo dan como fundado por los árabes en el siglo XII y repoblado por los cristianos tres siglos más tarde».

Uno de los restos más antiguos a los que puede referirse es, tal vez, la noria, que algunos autores identifican como de fecha anterior al siglo XII y cuyas ruinas se levantan al pie de la Iglesia, junto a la orilla del río Perales. La construcción, ahora catalogada con un nivel de protección de Grado 2, por las Normas Subsidiarias de Planeamiento 10, se levantaba sobre un gran zócalo de mampostería irregular del que arrancaba otro cuerpo del mismo material reforzado en sus esquinas con ladrillo visto.

Los primeros documentos escritos que mencionan población asentada en el término de Aldea del Fresno son los que se refieren, a comienzos del siglo XIII, a la aldea de Villanueva de Tozara , hoy despoblado situado en la Dehesa de El Rincón. El 21 de Noviembre de 1208 el rey Alfonso VIII vende al concejo segoviano la aldea de Villa de Tozara, con todos sus términos, por 2.500 maravedís.

El recién fundado Monasterio de Valdeiglesias, que agrupó en 1150 los dispersos eremitorios del valle del Alberche, estableció granjas, cultivó terrenos y creó lugares o aldeas, como los actuales núcleos de San Martín de Valdeiglesias, Pelayos de la Presa y Villa del Prado, nacidos al amparo de la actividad agrícola o ganadera dependiente de la abadía. Mientras San Martín de Valdeiglesias surge como centro cerealista, Pelayos de la Presa como centro lanero y pielero, y el Lugar del Prado del Alamín como vega hortícola, la aldea de Villanueva de Tozara (también llamado Lugar de Tozas, por la sierra del mismo nombre) se dedica a la explotación forestal.

Torre de la Iglesia de San Pedro Apóstol

La torre de la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol es el elemento más destacable de un conjunto que ha sido recientemente restaurado, en una actuación de finales de los años setenta, para la que el arquitecto Miguel Fisac trazó unos primeros bocetos.

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La torre es el único elemento de la Iglesia clasificado en el Catálogo de Edificios Protegidos de las Normas Subsidiarias de Aldea del Fresno, del año 1986, con un nivel de Protección de Grado 2.

De la historia de esta Iglesia de San Pedro, situada en la Plaza de San Pedro junto a la carretera de Chapinería, se puede mencionar la fecha de 1752 como la primera referencia escrita sobre su existencia. En este año el Catastro del Marqués de la Ensenada nombra al cura párroco de la villa de Aldea del Fresno, Don Antonio Manuel Rodado. Precisamente la torre conserva una inscripción con fecha de unos años más tarde: «… María y Josef Sancte Petre protege nos anno 1793».

La primera representación gráfica del edificio es el croquis topográfico acotado, a escala 1:500, que se conserva del año 1869. La Iglesia consta de una única nave rectangular y presbiterio de traza irregular, separados mediante un arco fajón. Una única entrada a la nave se sitúa en la fachada sur, mientras que a la norte se adosa el recinto cerrado del cementerio, que años más tarde se trasladaría de lugar. Dos cuerpos destacan del volumen de la nave: la sacristía, en la fachada norte, y la torre, en la oeste. La torre se adosa al coro en los pies de la nave, sin que su sección completa llegue constructivamente hasta el terreno. Tan sólo una parte de ésta sobresale del contorno exterior de la nave de la Iglesia. Parece que esta complicación constructiva, poco usual por otra parte, se resuelve utilizando el apoyo central del coro para descargar sobre él el peso de los muros este y sur (en parte), desaparecidos en el interior del volumen de la Iglesia al maclarse con la torre.

En el exterior, por el contrario, la planta de la torre es cuadrada. Su sencilla sillería está únicamente ornamentada con una línea de imposta que marca el cuerpo del campanario, que alberga huecos rematados con arcos de medio punto. La cubierta de cuatro aguas de teja cerámica curva apoya en un alero de piedra en forma de gola.

En 1889 la Iglesia ya había sufrido una restauración, como constata Marín Pérez: «Conserva en mediano estado su iglesia parroquial, restaurada conforme a las necesidades actuales». Ya en el siglo XX, Ortega Rubio confirma su deterioro: en 1921 se encuentra en «mediano estado de conservación». El edificio (antes de su restauración en la década de los 70) era de ladrillo encalado.

Granja El Santo

El conjunto, que se ubica en lo que pudo ser un despoblado medieval, nació con fines agropecuarios; perteneció a la Comunidad de Tierra de Segovia y fue propiedad del Monasterio de El Escorial desde mediados del siglo XVI, hasta que pasó a manos particulares con la desamortización eclesiástica del XIX.

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El conjunto de la Granja de El Santo está situado a unos 2,5 km de Aldea del Fresno, en dirección a Chapinería. Se accede a él por un camino particular que parte de la margen izquierda de la carretera de Aldea del Fresno a Chapinería. Ocupa una extensión aproximada de 475 ha, en terrenos delimitados por uno de los meandros que recorre el río Alberche antes de juntarse con el Perales.

El conjunto, que parece se ubica en lo que pudo ser un despoblado medieval, nació con fines agropecuarios; perteneció a la Comunidad de Tierra de Segovia y fue propiedad del Monasterio de El Escorial desde mediados del siglo XVI, hasta que pasó a manos particulares con la desamortización eclesiástica del XIX.

De entre sus construcciones, la llamada ermita de San Saturio o San Saturnín es la más antigua, puede datar de fecha anterior al siglo XIV Perteneció, probablemente, a un despoblado medieval situado en la margen izquierda del río Alberche. A él se refiere una de las cacerías del «Libro de la Montería» de Alfonso XI, el primer documento que menciona la existencia de la ermita: «… Et son las vocerías, la una por el sendero que va desde el Prado que va a Sanct Sadornín… «.

A dicha ermita acudían numerosos devotos procedentes de Aldea del Fresno, Méntrida, Villa del Prado, y otros, para pedir, por intercesión del santo del mismo nombre, soluciones a la sequía y, especialmente, a las enfermedades del oído.

En el siglo XVI la finca fue propiedad del Monasterio de Santa María de Guadalupe, hasta que, el 23 de Noviembre de 1566, la adquirió el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. San Saturnino fue la primera de las heredades (entre otras como el Tovar, la Herrería y Campillo) que adquirió el Monasterio a partir de su fundación con el fin de ayudar, con las rentas y aprovechamientos de estas fincas, a sostener y costear las obras y servicios del cenobio.

En Ordenanzas dadas por Felipe ll, el 10 de Abril de 1568, para el mejor aprovechamiento de la finca de San Saturnino, se declaraba el término redondo, eximido de la jurisdicción de Segovia y con potestad civil y criminal: «Por cuanto el Prior, frailes y convento del Monasterio de San Lorenzo el Real, con orden y comisión de Felipe II, y de cierta suma de dineros de que había hecho merced al dicho monasterio para su dotación, compraron del Prior y convento del Monasterio de Santa María de Guadalupe el heredamiento de San Saturnino, que estaba cerca del lugar de Aldea del Fresno, término y jurisdicción de la ciudad de Segovia, y que estaba limitado por algunas partes por el río Alberche y el de Perales. Para que los dichos Prior y Convento de San Lorenzo pudieran aprovecharse más del dicho heredamiento lo había hecho término redondo y aprovechamiento particular suyo y dado jurisdicción sobre sí, mero y mixto imperio, y mandado que un alcalde mayor en nombre del Rey la ejerciese … y para que mejor se supiera adonde llegaba la jurisdicción se mandó señalar y amojonar»

Considerables eran las riquezas de la finca, en cuanto a prados para pasto, viñas, bosques, pesca y caza, mayor y menor En 1571 varios trabajadores se encargaban de su mantenimiento: casero, despensero, cocinero, dos porqueros, dos cabreros y dos muchachos. Tan sólo tenemos noticias, en los inicios del siglo XVII, de la existencia de una casa, además de la mencionada ermita, que nos describe como «buena» Fray José de Sigüenza, en 1605: «Está allí junto (a la ermita) una buena casa, asentada junto adonde el río Alberche desemboca de entre los estrechos y riscos desde tierra … Hace allí un soto de harta frescura con mucha arboleda, y torciendo el curso deja cercada, por la parte de Poniente y Mediodía, una dehesa donde hay encinas, viñas y olivos, aunque todo ello en contorno no tiene dos leguas cabales «.

La descripción dice ya mucho de la ventaja de la situación del conjunto, sobre un promontorio a cuyos pies se extiende el valle del río Alberche y del Arroyo de la Dehesa y desde el que se divisan unas espléndidas vistas. La propia orografía sirve de cerramiento y protección de las edificaciones en sus lados sur y oeste.

En la entrada, marcando el eje de acceso a la ermita y casa, se levanta un crucero de piedra, sobre gradas de sillares escalonados, fechada en 1638 cuyo pedestal contiene un relieve con el motivo de la parrilla de San Lorenzo.

Nuevos datos sobre las construcciones existentes en la heredad nos aporta Fray Francisco de los Santos en 1657: «Cerca del río está sentada una casa de mucha capacidad, con sus galerías, de donde se descubre la campiña, y otras habitaciones y aposentos, así para el administrador, que es en estas granjas, de ordinario, un religioso, como para los criados y labradores. Aquí hay también bodegas y lagares donde se exprimen y se guardan los frutos que da la tierra, según la disposición de los años y el cuidado de la labor, que en esto no puede haber cosa fija».

Es la primera vez que se menciona la finca como «granja» (acertadamente, ya que las labores que se llevan a cabo en ella lo justifican), nombre que pasa a la posteridad con el sobrenombre añadido, por la ermita de San Saturnino, de «El Santo».

A finales del siglo XVIII la Granja del Santo es ya un conjunto amplio de construcciones dedicadas a almacenaje, cuida y conservación de sus frutos, entre los que destacan los pastos, aceituna, bellota y uva, de la que se elabora un vino que se embotella tinto y, tras exponerlo tapado a la intemperie durante dos a cinco años, se vuelve casi blanco. Es este vino, junto con el aceite, una de las mayores riquezas de la Granja, que alaba Lorenzana, en 1782, cuando también describe sus terrenos y edificaciones: «Esta granja se compone, a más de lo dicho (un soto, viñedo, pastos … ), de una gran casa con habitación alta y baja, su oratorio, su iglesia, buena bodega y cueva correspondiente. Goza de otras varias piezas, como son molinos de aceite, almacén para él, buenos patios, una cerca en la parte del Norte, casa para el guarda, pozo de nieve, aunque muchos años ha no se ocupa, pajares, cuadras, etcétera».

En el mapa que se elabora en 1788, para responder al Cuestionario de Lorenzana respecto a la villa de Pelayos de la Presa, aparece representada (a poca distancia de Villa del Prado y mal situada con relación a El Rincón, que también figura en el plano) esta granja, con una leyenda escrita que reza: «Granja del Santo, de los padres jerónimos del Escorial, 2 leguas (distancia a Pelayos)»..

La Granja se encuentra en este momento en su máximo esplendor, pero con el siglo XIX comenzará su decadencia. El descuido de los arrendatarios y administradores, en cuyas manos el Monasterio de San Lorenzo ha puesto su cuidado y manutención, lleva a muchas de sus edificaciones a la ruina. Los legajos conservados en el Archivo de Palacio dan prueba de su deterioro, como éste de fecha 23 de Mayo de 1848: «La iglesia está convertida en almacén de patatas, todas las casas se hallan en ruinas, los tejados están por recorrer, la bodega no está embaldosada y no bajará de cincuenta a sesenta mil el gasto de todas las obras».

Otras obras necesarias para su reparación son Ia reedificación de todas las oficinas de la casa hoy destruidas, la puesta del molino en estado de poder servir y la construcción de almacenes para los frutos … la composición de la Noria de la huerta y la construcción de un estanque grande para facilitar su riego, así como también se propone perfeccionar el lagar, el horno de pan, los graneros y los establos. Un año más tarde, como posible solución, se propone el establecimiento de una casa de labor modelo en el Santo (legajo 37, 31 de Julio de 1849).

Cuando, en 1869, durante la desamortización eclesiástica, salieron a subasta sus 476 ha, el conjunto constaba de varias construcciones: una casa principal de dos pisos, una casa para el guarda, un molino aceitero (10 tinajas), una bodega (56 tinajas), una cueva (38 tinajas)  vestida con fábrica de ladrillo a rosca, cuadras, doce casitas para los trabajadores, horno de pan, iglesia (dos retablos, sacristía y cajonería), bollería con cobertizos, fragua y herradero, huerta con noria, era, pradera y olivar grande (cercado de tapia). El precio por hectárea, pagado en su venta, fue el más alto de las grandes fincas del suroeste madrileño, según Feo Parrondo.

Se conserva, de estos años, el plano acotado, a escala 1/500, de la Granja de El Santo, fechado el 8 de Julio de 1870. El conjunto de edificaciones se organiza en torno a patios. De ellos el principal es aquel en el que se sitúa la ermita y a través del que se efectúa la entrada principal, alineada con el eje de crucero. Este patio, orientado al sur, se eleva sobre los riscos que bajan hacia el valle del Alberche, haciendo una terraza natural elevada sobre este paisaje. En el lado contrario a la entrada, una construcción de dos plantas, de forma rectangular, alberga las viviendas, mientras que un cuerpo más bajo cierra el espacio en su lado norte. Este último edificio es el de mayor tamaño del conjunto y se organiza en torno a un gran patio interior, que parece resultado de la unión de dos menores. Entre este edificio y el anterior existe un patio de servicio en el que se ubica el pozo. Todo el conjunto se encuentra vallado y cerrado. Su irregularidad, muy patente en los lados sur y oeste, responde a la adaptación de sus límites a las líneas de nivel del promontorio en el que se ubica. Varios cercados y construcciones menores albergan corrales, cuadras, almacenes y viviendas de trabajadores. Junto a la ermita, centro de toda la composición, una pequeña construcción servía como fragua.

El sistema constructivo empleado en las edificaciones se basa en la combinación de mampostería irregular con franjas y verdugadas de ladrillo. La ermita de San Saturnino, de volumen sobresaliente por encima de todas las demás, consta de una nave en la que pequeños contrafuertes o pilastras interiores (plasmadas al exterior en paños verticales de ladrillo) dividen el espacio en cuatro. Un pequeño pórtico, sobre columnas de granito y entablamento de madera, protege, con su cubierta a tres aguas de teja curva, la entrada a la ermita. Tanto este hueco como los de iluminación de la nave, todos ellos rectangulares, se remarcan con grandes dinteles y jambas de piedra de una sola pieza. Grandes sillares refuerzan las esquinas, y un zócalo del mismo material protege toda la parte inferior de la fábrica.

El mismo sistema se emplea en el edificio, de dos alturas, destinado a vivienda, situado frente a la ermita, mientras que otras construcciones menores, como cocheras, almacenes, corrales y cuadras usan una mampostería muy irregular, más rústica, en la que la falta de paños e hiladas de ladrillo, así como el uso de dinteles de madera sin trabajar acercan su arquitectura a la tipología rural existente en la zona.

Junto a la ermita, la fragua es una pequeña construcción con cubierta a una única agua sobre alero de ladrillo, de fachada también de mampostería irregular. Más alejadas, fuera del recinto cercado (no aparecen en el plano de 1870), existen otras dependencias: un curioso silo, semejante, en cuanto al sistema y materiales empleados, a la ermita y vivienda; y unos cobertizos, de fecha posterior.

En la actualidad, en manos privadas, la Granja del Santo se encuentra restaurada y en muy buen estado de conservación.</p> <p>En 1980, en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico de la provincia de Madrid, se declara la Finca del Santo conjunto de Interés, con una calificación Provincial, y la Iglesia de San Saturnino, elemento de Interés Histórico Artístico, con calificación Regional.